13 octubre 2010

Des-pedida

Despedida. El opuesto de una pedida. El modo de decir adiós a tres años de irregular trabajo más o menos digno en este formato. Lo que comenzó como una ilusión y una oportunidad para demostrar mis dotes redactoras y periodísticas, se ha acabado convirtiendo en una incómoda obligación hacia nadie. Lo que antes era contenido exclusivo y propio ha tornado hacia un contenedor de links ajenos, ya sean cortos, videoclips o citas. Y para eso ya tengo el Facebook, y encima con un feedback inmediato.

Y el nombre del blog es un tema aparte. A los 23 tenía gracia el juego de palabras cuando lo comentaba con mis amistades, pero a los 26, y tras varias entrevistas laborales en las que he tenido que justificar como he podido el dichoso nombre, ya no provoca ni una triste mueca.

Ahora es época de cambio, de nuevos aires y de pasar página. El otro blog Mi Objetivo Subjetivo seguirá funcionando, pero el tiempo no me da para más. Aún así, tengo el dominio http://diseccionandofilms.blogspot.com/ y esa será mi continuación. Más pausada y reflexionada y centrada únicamente en el análisis de películas, que es la esencia que nunca debió haber perdido este blog.

Para una despedida siempre tiene que haber una pedida anterior. Y la hice con todo mi gusto. Un placer y hasta pronto.

23 septiembre 2010

Eminem ft. Rihanna - Love The Way You Lie

30 junio 2010

Nunca me he drogado para ser feliz o para no afrontar la vida. Las drogas son maravillosas porque te hacen abrir la mente. Te hacen comprobar que la verdad no existe, que todo es relativo. La droga te da otra visión, otra dimensión. Te hace ver que nada es lo que parece... ¡que nada es! La única realidad es tu realidad y será lo que tú seas capaz de ver.
Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo a una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente Hache, yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!".
Queréis escuchar hasta el final? Esto no es un drama; es una farsa, aunque no lo parezca. Si llegamos al final pasará lo de siempre: vosotros os levantaréis para aplaudir y nosotros saldremos varias veces a saludar, y seremos cómplices de la farsa, de vuestra farsa. Luego volveréis a vuestras casas y todo seguirá igual. Seréis tan corruptos, tan hipócritas, tan mierdas como siempre. Pero tendréis la conciencia tranquila porque sois modernos, porque habéis aplaudido a rabiar una obra de izquierdas muy dura, "durísima tío..." No estáis de acuerdo con el mundo que os ha tocado pero no hay salida, no podéis cambiarlo. Hay que aceptar las reglas del juego. Pero vosotros no sois culpables, porque todavía sois capaces de echar una lagrimita por la revolución que no pudo ser. Sois unos farsantes hijos de puta que merecéis mi más profundo desprecio. Durante un año he sido vuestro bufón. Me avergüenza no haber tenido el coraje de hacer esto mucho antes. Me niego a seguir siendo vuestro cómplice. ¡Venga, que siga la farsa! pero a partir de esta noche no contéis conmigo.
Dante (Eusebio Poncela) en Martín (Hache).

No se extraña un país, se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental. ¡La patria es un invento! ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mi como un catalán o un portugués. Una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente; tu país son tus amigos, y eso sí se extraña.
Martín (Federico Luppi) en Martín (Hache).

11 junio 2010

"No por amor" de Antonio Gala

No por amor, no por tristeza,

no por la nueva soledad:

porque he olvidado ya tus ojos

hoy tengo ganas de llorar.

Se va la vida deshaciendo

y renaciendo sin cesar:

la ola del mar que nos salpica

no sabemos si viene o va.

La mañana teje su manto

que la noche destejará.

Al corazón nunca le importa

quién se fue sino quien vendrá.

Tú eres mi vida y yo sabía

que eras mi vida de verdad,

pero te fuiste y estoy vivo

y todo empieza una vez más.

Cuando llegaste estaba escrito

entre tus ojos el final.

Hoy he olvidado ya tus ojos

y tengo ganas de llorar.

28 febrero 2010

Crítica de Donde viven los monstruos (Where the wild things are, 2009)

Sinopsis: El pequeño Max se siente solo e incomprendido. Tras discutir acaloradamente con su madre, sale corriendo de casa y acaba en un misterioso bosque habitado por extraños y fascinantes monstruos.

A priori: La combinación de tener al gran Spike Jonze tras la cámara en su tercer trabajo tras las fascinantes cintas Cómo ser John Malkovich y Adaptation y la adaptación de uno de los cuentos infantiles más influyentes de Estados Unidos crearon en mi unas expectativas difícilmente cumplibles.

Opinión: Jonze ha sabido combinar hábilmente su etiqueta de director "rarito" con la inocencia de una narranción para infantes.

Conseguir alargar una historia original que sólo constaba de dos párrafos no es tarea fácil, y esto ha provocado altibajos en la adaptación cinematográfica. Conseguir la atención del espectador durante 101 minutos no es tarea fácil, y pensar que cada vez que aprietas el rec estás captando arte maestro en celuloide puede provocar lo que le ha pasado al director, que cae en la autocomplacencia y la reiteración.

Los personajes están definidos de una forma bastante ambigua, por lo que no entendemos muchas de las decisiones que toman o actitudes que toman ante las circunstancias. Quizá si hubiera "etiquetado" más a cada monstruo con un rasgo de personalidad la narración hubiera sido más coherente y por lo tanto interesante.

Tampoco la conclusión final o moraleja que toda fábula infantil debe tener queda clara, por lo que la forma acaba por ensombrecer un contenido vacuo entre tanta pirotecnia audiovisual.

Por otra parte la elección musical, que pendulea entre melodías infantiles y tonalidades misteriosas y hasta terroríficas, está integrada con maestría en cada plano y movimiento de cámara. Se nota que Jonze es todo un profesional curtido en el mundo del videoclip.

Lo mejor: La actuación del niño Max Records, que consigue transmitir la rabia, la pasión y la alegría con suma facilidad nata. La fotografía y su juego de contrastes y tonalidades, así como la integración de la banda sonora en la misma nos transportan a un mundo onírico en el cual volvemos a sentir la libertad y la inocencia de la infancia.

Lo peor: La irregularidad de la narración, con momentos de tedio, incomprensión e incluso contradicción de la interactuación entre los personajes. No se comprende bien qué aprende cada uno ni cómo se puede extrapolar a la vida cotidiana. Y eso en un cuento infantil es una falta que no se puede permitir ni el mismo Jonze (co-firmante del guión junto con Dave Eggers).

Puntuación: * * *

19 febrero 2010

Un novio de mierda, de Borja Cobeaga

12 febrero 2010

Facebook, el sexo, llaves y cerraduras

Curiosa reflexion encontrada en el Facebook:

****: Es curioso como la sociedad ve las cosas. Por ejemplo, si un chico se acuesta con muchas mujeres, “¡el es todo un hombre!” o un semental. Pero si una mujer hace lo mismo, es una guarra o una puta ¿Es la sociedad sexista?

******: Bueno, piensa en ello de esta manera. Si una llave puede abrir un montón de cerraduras, es vista como una llave maestra y resulta maravilloso tenerla. Pero si una cerradura es abierta con un montón de llaves diferentes, entonces, si me preguntas a mi, te diré que es una cerradura de mierda.

11 febrero 2010

¿Sabía que... Jason Reitman (director de Gracias por fumar, Juno y Up in the air) cada vez que es entrevistado hace una fotografía del periodista con su iPhone para después publicarla en su web? ¿Y sabía que además hace un listado de las preguntas que le formulan para crear una gráfica con las más planteadas y demostrar así que casi siempre le preguntan lo mismo?

¿Sabía que... la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood decidió incluir la categoría Oscar al Mejor Maquillaje tras quedarse impresionados con el resultado de Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981)? Desde la entrega de galardones de 1982 ésta se convirtió en una categoría presente todos los años.

10 febrero 2010

Una vieja capulla -siempre están en los autobuses a estas horas- está pedorreteando al conductor, disparándole una salva de preguntas irrelevantes acerca de los números de los autobuses, las rutas y los horarios. Súbete de una puta vez o bájate y muérete ya, copón, cabrona vieja y rancia. Casi me asfixio de rabia silenciosa por su egoísta mezquindad y la lamentable indulgencia que muestra el conductor hacia la muy cabrona. La gente habla de los jóvenes y el vandalismo, ¿y qué hay del vandalismo psíquico causado por estos viejos hijoputas? Cuando por fín se sube, la vieja cabrona tiene el morro de tener un careto como el culo de un gato.

Rents en Trainspotting (Irvine Welsh, 1993).

02 febrero 2010

Miramax Films (1979-2010). rest in peace



26 enero 2010

"El hijoputa", premio 2005 de Novela Corta

Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por teléfono a un compañero.

Descolgué el auricular y marqué el número de memoria.

Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:

- “¿Qué quiere?”.

- “Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago?”dije amablemente.

- “Te has equivocado, gilipollas”, me respondió y acto seguido colgó.

No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Pero como aún recordaba el número “erróneo” que había marcado anteriormente, decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé a que contestase y le dije:

- “Eres un hijoputa”, y colgué rápidamente.

Inmediatamente apunté aquel número en mi agenda junto a la palabra “hijoputa”.

Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado (porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo) volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:

- “Eres un hijoputa”.

Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más relajado. Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al “hijoputa”.

Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:

- “Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas”.

- “No” me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.

Rápidamente lo volví a llamar y le dije:

- “Eres un hijoputa”.

Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:

- “¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!”.

El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado y pensé:

“Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos”.

Justo en ese momento vi un letrero de “SE VENDE” en el cristal de atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.

A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del “hijoputa” y me acordé que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le dije:

- “Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?”

- “Sí, yo mismo”

- “¿Podría decirme donde puedo ver el coche?”

- “Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche esta aparcado justo enfrente de la casa”

- “¿Cómo se llama usted?”

- “Enrique Juárez”

- “¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los detalles de la operación, Enrique?”

- “Pues yo suelo estar en casa por las noches”.

- “¿Puedo decirle algo, Enrique?”

- “Si, claro”

- “Enrique, eres un hijoputa de la hostia”, y colgué el teléfono.

Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del otro, pero en este puse el nombre de “hijoputa II”.

Ahora tenía dos “hijoputas” para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme un poco.

Me puse a pensar en serio sobre como resolver este problemilla y al cabo de un par de whiskies se me ocurrió algo. Primero llamé al “hijoputa I”:

- “Dígame”

- “Hola hijoputa” – pero esta vez no colgué.

- “¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?”

- “Si, hijoputa”

- “Deja ya de llamarme o …”

- “Noooooo”.

- “Si supiera quien eres te rompía la boca”, me dijo.

- “Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa”

- “¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijoputa y ya puedes ir rezando todo lo que sepas. Te voy a mazar a hostias”

- “¿Si?. ¡Que miedo me das, hijoputa!” y colgué el teléfono.

Inmediatamente llame al hijoputa II:

- “Dígame”

- “Hola hijoputa” y no colgué.

- “Como te pille algún día…”

- “¿Que me vas a hacer, hijoputa?”

- “Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón”

- “¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa” y colgué.

Por ultimo, cogí el teléfono y llame a la policía. Les dije que estaba en la calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio homosexual en cuanto llegara a casa. Luego hice otra llamada rápida a “Madrid directo” y les dije que iba a haber una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.

Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche.

Te juro que es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.

En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes en tono amable.

“Ya sabes, no es bueno que yo me irrite.”

13 noviembre 2009

"Pigeon: Impossible", de Lucas Martell

Fin de semana sin fin

Estoy frente al folio en blanco. No sé hasta cuándo. Es lo que tiene aprovechar así un momento libre en el curro. Mis pensamientos fluyen como el tráfico madrileño de los viernes, lenta y atropelladamente. Tan sólo las escurridizas motos (llámese ideas fugaces pero útiles) consiguen serpentear entre los anchos vehículos que no sobrepasan los 20 km por hora.

Por cierto, odio profundamente a todo aquél que en la carretera se espera al final de una salida para meterse, riéndose de esta forma del resto que estamos esperando media hora en el carril que nos corresponde. Sólo verles meterse en un pequeño hueco y abrirse paso a trompicones hace imaginármelos con una sonrisa de satisfacción por lo "listos" que creen ser. "Panda de pringados que se quedan aquí parados, con lo fácil que es lo que yo hago", pienso que pasa por su desfuncional cerebro mientras realiza su maniobra maestra. "Grandísimo hijo de puta", piensa un servidor

El café me acompaña cual turbo o nitro (por no abandonar la analogía automovilística), pero estamos a viernes y mi cabeza tiene sus limitaciones. Tras una semana de reuniones, rodajes, digitalizaciones, clases y encuentros con amig@s, ha llegado el principio del fin (de semana, se entiende).

Pero, entre un viernes de concierto (o conciertazo mejor dicho), un sábado de cena con ex compañeros laborales y un domingo de maldita resaca (me lo veo venir) aparecerá sin previo aviso el temido lunes, cargado con nuevos quehaceres y responsabilidades. Y es que es completamente cierta esa frase que reza: "si hiciéramos lo que nos diera la gana sería como un fin de semana sin fin".

03 noviembre 2009

Por qué siempre me enamoro de la mujer que me presta la mas mínima atención.
Hablar costantemente no implica que nos estemos comunicando.
Puedes borrar a una persona de tu mente. Sacarla de tu corazón es otra historia.
Joel Barish (Jim Carrey) en ¡Olvídate de mi! (2004)