No es que sea mala con ganas como la reciente Date movie, porque tiene cierta originalidad el hecho de que se desarrolle toda la acción en un restaurante, en tan sólo un día y que el filme comience y acabe de modo festivo (esas típicas casas americanas donde se juntan dios y la madre, se emborrachan, fuman cigarros aliñados y desfasan tirándose por la ventana, rompiendo todo... vamos, la alegría de cualquier padre), pero todo es muy lineal, con unos gags repetitivos, y siempre más escatológicos que Leo Bassi (sí, ese que cogía un excremento y lo tiraba a un ventilador para salpicar al público de Crónicas Marcianas).

Lo mejor, la borde desconocida Alanna Ubach, el gran secundario Luis Guzmán (un latino experto en intercalar films de culto como Punch-Drunk Love, Traffic o Atrapado por su pasado, con bazofias que le dan de comer, véase Pluto Nash, o la secuela de Dos tontos muy tontos), la escena del protagonista cenando con su madre y un amigo o las tres diferentes formas de enseñar los genitales. El lavaplatos también tiene su acierto, aunque sea una copia del chef de South Park, al igual que los dos supuestos macarras, clavados a Jay & Bob el Silencioso, pero sin apenas gracia.
Para finalizar les dejo con un curioso juego que proponen en la película. Pese a ser de los mejores gags de la producción, se hacen a la idea de lo que les espera si se atreven a verla.
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