
Su siguiente proyecto ha sido esta cinta que, aun repleta de todos los clichés habidos y por haber del cine de terror, consigue relativamente sorprender a la platea mediante un curioso relato, una planificación acertada y la fotografía sombría que se merece.
El filme narra la leyenda de Mary Shaw, una viuda ventrílocua que, cuando fallece, pide ser enterrada junto con sus 101 muñecos, pero uno de ellos escapa de su tumba, como era de esperar, la lía parda. Aunque los sustos no sean su fuerte, sí se consigue una turbia y sombría atmósfera que atrapa, además de ser un producto de entretenimiento del sano.
Por supuesto, y aunque en el desarrollo la película desfallezca notablemente, el final resulta sorpresivo y deja en el espectador, sino la misma cara de póquer que en Saw, sí el regusto de haber visionado una cinta que sobresale entre la mediocridad del cine de terror contemporáneo.
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