18 diciembre 2007

Problema del "ciberligue"

Él le llamaba Azúcar a través del chat. Ella le puso Príncipe de la satisfacción. Con problemas los dos en sus respectivos matrimonios, se enamoraron tras intercambiar unos cuantos correos electrónicos. Los dos no podían imaginarse la vida sin el apoyo que se daban el uno al otro chateando sobre los problemas que tenían, según cuenta el semanario serbio Zabavnik.

Tan bien iba la relación virtual que decidieron dar un paso más. Hacerla real. Quedaron, y fue el principio del fin. Cuando se vieron las caras descubrieron horrorizados que eran marido y mujer en la vida real. y que cada uno era el causante de los problemas del otro. En lugar de rememorar el amor perdido y reforzar su relación, inmediatamente decidieron divorciarse alegando el engaño matrimonial como motivo. El semanario aclara que se trata de una pareja bosnia de Zenica. EFE.


En esta noticia queda patente algo que ocurre entre muchas parejas: la incomunicación. Ante la persona con la que comparte su vida tan sólo existe el reproche y el desahogo, el utilizar a la otra persona como baño de lágrimas. En cambio, ante la nueva persona que aparece, aflora la personalidad que les hizo enamorarse, ese ser comprensivo, que escucha atentamente al tiempo que ofrece soluciones, y viceversa. En resumen, aparece el ser que llama al amor y que hizo que se enamorasen, esa raíz sobre la que se sustentó la relación.

Esto me recuerda a la preciosa canción que escribió e interpretó en 1975 (por lo que este asunto realmente no tiene que ver con la actual tecnología, sino que se lleva sucediendo desde siempre) la fallecida Cecilia: Un ramito de violetas:

Era feliz en su matrimonio
Aunque su marido era el mismo demonio
Tenía el hombre un poco de mal genio
Y ella se quejaba de que nunca fue tierno
Desde hace ya más de tres años
Recibe cartas de un extraño
Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría

Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas

A veces sueña y se imagina
Cómo será aquel que tanto la estima
Sería un hombre más fiel de pelo cano
Sonrisa abierta y ternura en las manos
No sabe quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto
Y vive así de día en día
Con la ilusión de ser querida

Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas

Y cada tarde al volver su esposo
Cansado del trabajo la mira de reojo
No dice nada porque lo sabe todo
Sabe que es feliz, así de cualquier modo
Porque él es quién le escribe versos
Él, su amante, su amor secreto
Y ella que no sabe nada
Mira a su marido y luego calla

Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas.

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