Resumen de mi "fiesta del cine" 1/2

A pesar de haber gozado de un intenso y cansado fin de semana en Asturias, con descenso del Sella en canoa incluido, no podía dejar pasar la oportunidad de ver cine a un precio considerablemente reducido. Se trataba de la Fiesta del cine. Todo aquel que adquiriera una entrada de cine el domingo, tenía la oportunidad de acudir el lunes y el martes por dos euros cada pase.

Así que, tras un viaje de cuatro horas y media, me planté en el cine de Tres Cantos para aprovechar un chollo poco habitual. Elegí Corazón de tinta por el horario pero, tras unos iniciales minutos que no consiguieron engancharme debido al tufillo infantiloide que desprendía (y un Brendan Fraser muy metido en su papel de... Brendan Fraser) me sumí en un profundo sueño hasta ya pasada la mitad del metraje. Tras despertarme sobresaltado, y ante la mirada atónita de quien tenía al lado, miré la hora, me levanté y me fui. La primera vez que abandono una sala sin ver finalizada la proyección.

Al día siguiente, mi acumulación de falta de sueño seguía haciendo mella, así que me hice una programación que me evitara caer de nuevo en "los mundos de Donfalo". Por ello me vi las siguientes películas:

- Terminator Salvation: me costó horrores mantener los ojos abiertos porque, si bien lo nuevo de McG, autor de las dos infumables entregas de Los ángeles de Charlie, desprende seriedad, un gran despliegue de efectos sonoros y visuales (aunque no sé si vale los 200 millones de dólares que costó) y alguna escena memorable (como la colocación de la cámara en el interior del helicóptero en el que viaja Christian Bale al principio o el diálogo entre Sam Worthington y una robótica Helena Bonham Carter); la reiterativa historia central, que apenas avanza en las dos horas que dura y tampoco hay unas tramas secundarias para aderezar el conjunto, y una premisa que no entra ni con calzador (si Worthington siente y piensa como un humano y no está programado, ¿lleva a John Connor hasta Skynet por pura coincidencia? La explicación final es una basura con aires de grandeza) hacen que este se convierta en un simple producto de acción más que caerá en el olvido antes del próximo chute de Pete Doherty.

- Star Trek XI: J.J. Abrams es el puto amo. No sólo ha renovado el mundo de la ficción televisiva (medio en el que se mueve como pez en el agua o genital en la boca de Paris Hilton) con series como Lost o Alias, sino que es capaz de coger las riendas de una saga tan veterana como Star Trek, llevarla a sus orígenes, dar fuerza a la personalidad de los personajes e introducir viajes en el tiempo y grandes dosis de humor, sin que los seguidores de Star Trek (llamados trekkies) sean capaces de encontrar algo que corrompa el tono general de la saga. Yo personalmente nunca he tenido interés en el universo comandado por Kirk y Spock, pero este film me entretuvo en todo momento. A pesar del toque "peterpanesco" para captar la atención de los teen, el metraje en su conjunto es una bomba de relojería con metrallas de humor, acción, ciencia ficción, tensión, amor e incluso mensaje (cada uno decide su destino y tal). En conclusión, lo que debería ser siempre un producto cinematográfico comercial veraniego.

- El primer día del resto de tu vida: Francia confirma por enésima que se encuentra a años luz de nuestra cinematografía con esta gran película llena de matices por explorar y debatir. Ganadora de tres César y vista por un millón de franceses, la obra de Rémi Bezançon versa sobre los integrantes de una familia a lo largo de 12 años. Y, sin ser ningún miembro yonki, prostituta, pobre o maltratador, consigue transmitir sus sentimientos al espectador y sirve de reflejo para éste (que lo anoten los productores/realizadores/guionistas españoles). La evolución de los personajes, el tono tragicómico de la narración, la ambientación de cada época, los temas tratados y la interpretación de cada uno de los protagonistas (que crean una gran empatía con el espectador a pesar de o gracias a una complejidad de sus personalidades que no admite radicalizaciones ni de bondad ni de maldad, convirtiéndose así en gente más humana y realista) crean una propensa atmósfera para reír, llorar y querer más a los que te rodean. Una grata guinda para finalizar un lunes duro.