09 mayo 2009

Cine contra televisión

1.- Comodidad física. La forma de ver uno u otro medio son muy diferentes. El cine implica moverte de casa, una butaca y un silencio durante el visionado por respeto al resto de los videntes, mientras que la televisión permite la libertad de comer lo quieras mientras la ves, levantarte en cualquier momento y no cerrarte a un sofá tipo, sino que las opciones del gusto y disponibilidad económica del consumidor.

2.- Calidad de la imagen y el sonido. Aunque tengamos en casa la posibilidad de poseer el mejor sistema audiovisual del mercado, con Home Cinema y televisión de Alta Definición, nunca se acercará a la calidad audiovisual del cine, donde el sonido está perfectamente medido según las condiciones y medidas de la sala y el tamaño de la pantalla es razonablemente mayor.

3.- Atención del espectador. En el cine siempre se produce un visionado activo y atento ante la película, ya que la oscuridad de la sala obliga que a fijes tu atención en la pantalla. Sin embargo, la televisión se suele ver de forma más pasiva, distraída y desinteresada, realizando en muchas ocasiones otros menesteres domésticos mientras se ve.

4.- Precio del consumo. No pagamos por ver la televisión (sin contar el “pay per view”), por lo que la forma de verla influye, ya que en cualquier momento podemos cambiar de canal sin sentirnos mal por ello. En cambio, es muy difícil que abandonemos una sala de cine, pese a que lo que estén proyectando sea infame, ya que el hecho de haber pagado siete euros nos “obliga” (o por lo menos nos condiciona) a su entero visionado.

5.- Variedad de la oferta. En el cine nos arriesgamos a perder siete euros por un solo producto que seleccionamos previamente, ya sea por la crítica, los responsables, la historia que nos narra o simplemente el cartel. En cambio, la televisión nos proporciona una mayor variedad de ofertas más o menos heterogéneas.

6.- Contenidos: Así como las opciones fílmicas en el cine son muy limitadas (ficción o no ficción), en la televisión podemos optar, además de por estas opciones, otras como concursos, informativos, magacines, series…

7.- Publicidad: En el cine se reduce a los carteles que nos encontramos de camino a la sala seleccionada y los anuncios previos a la proyección de la película en cuestión (además de los emplazamientos de producto que se puedan hallar dentro del film). En televisión, toda la parrilla se conforma en base a la publicidad, que es quien financia el medio. Así, estamos condenados a verla de manera continuada y en las más diversas formas.

8.- Creación del producto. El cine suele dedicar un mayor tiempo a la elaboración del producto que la televisión. Por regla general, el guión está más cuidado, así como cada aspecto de la producción, mientras que en televisión la mayoría de contenidos se hacen con menos dinero y recursos.

9.- Inmediatez frente a profundidad. La televisión informa de un hecho poco después de haberse producido o en el mismo instante, aunque el cine puede profundizar más sobre el tema. Así, una noticia televisiva sobre un ataque en Gaza nos da a conocer el suceso al instante, pero un documental sobre el conflicto palestino-israelí nos narra el porqué del conflicto, atentados a lo largo del tiempo, principales protagonistas y posibles soluciones.

10.- Audiencia en números. La televisión atrae a mucha más gente que el cine y de forma instantánea. De esta manera, un gran éxito cinematográfico puede ser visto por dos millones de personas a lo largo de su carrera comercial por los cines de toda España (como recientemente la producción española [REC]), mientras que la entrevista a Zapatero en Antena 3 reunió la atención de dos millones y medio de telespectadores en una sola noche. Sin embargo, la mayoría de los productos televisivos caerán en el olvido, mientras que las películas perduran para siempre.

No hay comentarios: