29 septiembre 2008

Muere Paul Newman

Los ojos más azules del cine se han cerrado definitivamente. Se nos va uno de los hombres más honrados, prolíficos y constantes del Séptimo Arte. El nuevo hombre que no perdía su honradez ni al caer el sol, que nunca estuvo camino a la perdición, que suvo convivir más de 50 años con la misma mujer a pesar de su belleza simétrica y nunca se dejó seducir por el color del dinero, sino por la calidad artística de las obras en las que participaba.

Newman siempre fue el buscavidas que dio el golpe desde 1954 en Cáliz de plata. Desde entonces, marcado por el odio a la mediocridad, gozó de un éxodo hacia las grandes obras fílmicas, como La gata sobre el tejado de zinc. Supo juntarse sabiamente con Redford para convertirse ambos en dos hombres y un destino: dejar una huella imborrable en la Historia del Cine. Por eso, la leyenda del indomable nunca se dio el castañazo, se mantuvo constante en su buenhacer, a pesar de no ser reconocido por la Academia hasta 1986.

Veredicto final: Paul ha desaparecido, pero siempre quedará el símbolo de ese hombre tranquilo que supo hacer lo que le dio la gana con honradez, convirtiéndose así en un símbolo americano de la interpretación y de los valores humanos a seguir.

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