
Sus últimas dos obras, Life Acuatic y Viaje a Darjeeling, ya rozan peligrosamente el absurdo y la trama pasa a ser un elemento secundario para resaltar un colorismo y expresividad visual estudiada milimétricamente en cada plano. No se llega a comprender en su totalidad lo que Anderson trata de contarnos, pero nos sentimos hipnotizados por cómo mueve la cámara y dónde la coloca en todo momento.
Toda su filmografía, que cuenta con colaboraciones interpretativas habituales, como Angelica Huston, Bill Murray, Owen o Luke Wilson, está impregnada de una impresionante dirección de actores, puesta en escena y montaje que lo hacen único, aunque tiende al encasillamiento. Esperemos que con su nuevo proyecto, The Fantastic Mr. Fox, adaptación de la novela de Roald Dahl, consiga dar una vuelta de tuerca y nos deje a todos nuevamente estasiados.
Pero hoy les voy a hablar de su cortometraje Hotel Chevalier, que se proyectaba antes de Viaje a Darjeeling. Puede funcionar como prólogo de la película, como así reza una frase en su comienzo a modo de advertencia, pero también como una historia independiente sobre la enfermedad del amor y la pasión.
El corto se hizo conocido entre medios de comunicación, especialmente digitales, por la razón más superficial y vulgar posible, como es el desnudo de Natalie Portman. Todos estamos de acuerdo y ansiábamos observar las curvas en movimiento de la ninfa israelí, pero tras un visionado del metraje, sus pechos y su torneado cuerpo pasan a un decimoctavo plano (por decir una cifra elevada, no se piensen que voy a nombrar los otros 17 restantes), como así ocurrió con Lucía y el sexo, donde las explícitas cópulas quedaban ensombrecidas ante la magnífica obra en su conjunto.

La historia narra el encuentro entre una pareja que se había dado un tiempo entre ellos. Él (Jason Schwartzman) se halla enclaustrado en la habitación de un hotel parisino tratando de olvidar a su amada y ella (Natalie Portman) hace aparición tras meses de ausencia. El disimulado nerviosismo escondido bajo un gruesa capa de frialdad del amante y la seguridad y moratones de la joven no hacen sino reflejar las vueltas que puede dar la vida y la posibilidad de caer irremediablemente una vez tras otra con la misma piedra de forma acorazonada.
La banda sonora, compuesta sólo por los temas "Pavane Pour Une Infante Defunte" de Ravel y, especialmente, Where Do You Go To My Lovely de Peter Sarstedt son de una belleza deslumbrante, al encontrarse hábilmente combinados con las imágenes. Para el recuerdo queda el instante en que él cubre el cuerpo desnudo de ella con una bata amarilla con la imagen ralentizada al ritmo de la canción de Sarstedt, para después enseñarle la azulada vista de París.
Toda una obra maestra imprescindible para saber qué se cuece en Hollywood a la sombra de las grandes producciones que copan la cartelera semanalmente. Una poderosa razón para continuar consumiendo cine que busque distanciarse de la mediocridad, como la reciente producción argentina La antena (altamente recomendada por su elevadísima originalidad, cruce entre el cómic y el cine mudo). Hasta que lo acaben quitando, pueden ver el fabuloso corto pulsando aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario