
Aunque actualmente se encuentre apolillada y encasillada en una espiral de repetición, puso de moda el poder de la parodia y así salieron a la luz un buen puñado de proyectos de este subgénero. Y por fin la propia Disney de la que tanto se habían reído responde con las mismas armas: la autocrítica.
Encantada: la historia de Giselle comienza siendo una clásica narración de animación con una princesa, animalitos que hablan y cantan con la protagonista, su príncipe prometido, a quien amará durante toda la eternidad, y la malvada madrastra de turno. Ésta hechizará a Giselle y la enviará a un lugar lleno de odio, indecisión, avaricia, desamor, egoísmo... vamos, al Nueva York actual. Giselle allí descubrirá que no es oro todo lo que reluce y que las complicaciones de la vida real no tienen símil con su idealizada existencia.
Genial idea de final moralizante (recuerden, aún transgresivo, sigue siendo Disney) llevada a buen puerto por Kevin Lima, director de 102 dálmatas y Tarzán. Y encima con Susan Sarandom como la malvada de la función. Recomendado para toda la familia, pero especialmente para padres nostálgicos de los dibujos de antes.
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