Empleando la técnica del stop-motion (plano a plano, con muñecos de arcilla) que después perfeccionará en Pesadilla antes de Navidad y La novia cadáver, la historia narra los deseos ocultos del pequeño Vincent, un niño callado y obediente, de convertirse en su ídolo Vincent Price (el actor, que a su vez hace la voz en off narrativa).
Burton tuvo, según su biografía, una infancia que podría asemejarse con la que relata en el corto: una niñez solitaria, repleta de sombras, miedos y oscuridades mentales, que en su madurez ha sabido canalizar para conseguir hacer un cine único y personal, donde los contrastes de luz y los exagerados e irreales escenarios son mostrados del modo más tétrico y original.
Vincent está basado en un poema escrito por el propio realizador californiano en la etapa en que trabajaba para la factoría Disney, labor que no tardaría en desechar por unas obvias diferencias creativas (aunque actualmente se encuentra colaborando con dicha productora para una nueva versión de Alicia en el país de las maravillas y la ampliación hasta el largo de su otro corto ejemplar, Frankenweenie).
Por último, cabe destacar que este primerizo pero excelente trabajo de seis minutos consiguió el Premio de la Audiencia en el Festival Internacional de Animación de Ottawa, allá por 1984.
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