18 mayo 2009

En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.
Hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, la que debería trabajar y la que tendría que matarse.
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.

Yo no sé si Dios existe, pero si existe, no le va a molestar mi duda.

Contra el optimismo no hay vacuna.

Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero que me vendan sueños ajenos, si no sencillamente que se cumplan los míos.

Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.

Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida.

La mariposa recordará por siempre que fue gusano.

Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.

No hay alegría más alegre que el prólogo de la alegría.

No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad.

Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.

Si el corazón se aburre de querer para qué sirve.

Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo.

Mario Benedetti (1920-2009), escritor y poeta.

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